martes, 17 de noviembre de 2009

Es hora de dormir.

Es cierto que parece que nuestr@s pequeñ@s necesitan dormir menos, pero también lo es que muchas veces la sobre estimulación a que están sometid@s les impide dormir todas las horas que necesitan y lo reflejan con una mal entendida hiperactividad; no pueden parar, desconectar, no saben cómo hacerlo.


¿Cómo ofrecerles nuestra ayuda para que duerman a su hora? A veces ese momento es uno de los más difíciles del día, porque todos estamos cansados.


Lo primero a tener en cuenta es observar que nuestra actitud como adultos va a ser lo que marque la diferencia.


Nuestra actitud ha de ser firme, sin concesiones de un ratito más o miles de opciones que se les ocurren para alargar ese momento, pero también de relax y empatía.


Cuando el niño está excitado y no hay forma de hacerle parar, lo primero que podemos hacer para ganar tiempo es perderlo en respirar tres veces, o diez. Dejar de correr nosotr@s. Este es uno de los secretos que da mayores resultados.


Acostar al pequeñ@ y respirar lenta y profundamente mientras se entona una canción – letanía, como las olas que vienen y van, vienen y van,… nos va relajando, entonces ponemos nuestra mano en su nuca o en su espalda, cada persona observará en qué lugar es más tranquilizador el contacto, si el /la pequeñ@ está hipersensible bastará con poner la mano a unos centímetros y se obtendrá el mismo efecto de procurar seguridad, confianza y cercanía, mientras con nuestra actitud les transmitimos nuestra aceptación sin condiciones.



Es cierto que, a veces, esto no basta, pero hemos de tener muy claro que nuestro sentir es lo que les llega más intensamente en todo momento y muy especialmente durante los primeros años, por ello da igual la técnica que utilicemos, lo que la hace eficaz es la forma de aplicarla: sin prisas, con serenidad, cariño y firmeza.



Aveces confundimos firmeza con imposición. Una actitud firme es aquella que no duda de los resultados, que está segura de sí y de la 'bondad',de la calidad, de lo que está haciendo. Cuando iniciamos una acción temiendo recibir oposición es fácil que nos coloquemos en una actitud de imposición que nos va a llevar lejos de los resultados que queremos obtener.


Recordar que utilizar media hora los primeros días puede ser la mejor inversión de tiempo que podemos hacer de cara al futuro.


Hemos de tener en cuenta que los bebés, igual que los adultos, cada día tienen vivencias que activan emociones que les pueden quitar el sueño. Pero de esto hablaremos en otro momento.


No importa cuales hayan sido las experiencias del día, no hay mejor somnífero que recibir una buena dosis de amor.

LOS HÁBITOS. La base de la calidad de vida cuando hay problemas.


Tener buenos hábitos de sueño, alimentación, e higiene nos permite sentirnos mejor, da calidad a nuestra vida. Cuando hemos dormido lo que necesitamos y tenemos una alimentación adecuada las dificultades diarias las afrontamos mucho mejor.


A veces nos olvidamos de esto cuando se trata de nuestros hij@s.


Más aún, si observamos un poco a nuestro alrededor en los adultos, nos damos cuenta de que cuando surgen dificultades tendemos a abandonar nuestros buenos hábitos: no podemos dormir, no nos entra la comida o no paramos de comer e incluso descuidamos nuestra higiene.


El hábito de la higiene lo tenemos más integrado en nuestra sociedad, pero en lo relativo al sueño y sobre todo a la alimentación aún tenemos un largo trecho por recorrer.


martes, 13 de octubre de 2009

¿Pero tan pequeñ@s pintan?

Cuántas veces habré oído este comentario ...

Al intentar plasmar por escrito este trabajo, el trabajo realizado por los niños y las niñas de la clase estoy intentando romper una lanza más, se han roto muchas e importantes aunque parece que nunca suficientes, a favor del derecho de los más pequeños a ser tenidos en cuenta por lo que son y esto intento conseguirlo mostrando una pequeña parte de lo que hacen.

Lo que intento plasmar es lo que ha sido su capacidad para emocionarme a través de sus producciones plásticas, pues en ellas vertieron su ternura, su chispa, su llanto y su enojo, sus altibajos, sus incomprensiones, su timidez.

Me han emocionado con sus producciones plásticas con los resultados que obtenían, unas veces la sorpresa casi increíble de sus figuras como en el caso del ‘pavo real’, otras por la armonía del color o la delicadeza el trazo.

Disfruté con el proceso al sentir su curiosidad, su sorpresa, cómo miraban aquello tan raro entre sus dedos o como se iba un color para aparecer otro, todavía no se habían dado cuenta de que habían juntado dos o… ¡todos! (pavo real)

Ha sido un verdadero placer acompañarles en sus experiencias y poder sentir con ellos y ellas las sensaciones (el ‘repelus’, el asco por la textura o el gustito de lo suave…) y las emociones (inseguridad, coraje, enfado,…) y verlas salir a través de sus producciones que contemplaban con expresiones de todos los colores, en fin, una fiesta para la vista contemplar el resultado final.

A medida que experimentaban, la complejidad de los trazos aumentaba.

Ellos experimentaban y yo aprendía de su forma de hacerlo, es decir, había niños que solían utilizar un color y sólo ese, mientras que otros alternaban dos colores, todo esto lo hacían a lo largo de las semanas. Lo cual habla de su capacidad para elegir aquello que saben que desean.

También aprendieron a moverse por el papel: al principio hacían unas pequeñas y tímidas rayitas que con el correr del curso se convertirían en auténticas nubes de color.

A medida que han ido realizando aprendizajes en otros ámbitos del desarrollo los han ido mostrando en sus producciones plásticas.

curso 07-08

jueves, 1 de octubre de 2009

¿Fomentamos las agresiones?

Veíamos las noticias. Un nuevo caso de violencia de género se había cobrado la vida de otra mujer y la de su agresor que se había disparado a sí mismo. Mi amiga, con profundo dolor exclamó:
¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo estamos educando a nuestros hijos varones?


Aquellas preguntas se me quedaron grabadas. ¿acaso alguno de los niños que cada año pasaban por el aula, podría mañana ejercer violencia sobre su pareja? ¿De qué forma forma podía contribuir a evitarlo?

Desde entonces empecé a observar los episodios de agresividad habituales de la edad con otra mirada.

Hubo un curso que trabajaba con niños y niñas de un año de edad, a mitad de curso la mayoría caminaban solos.

Un día, estando en el aseo, oí un llanto de esos que te encogen el estómago. Miré por la ventana y vi que un niño le estaba dando con el pie en la cara a una niña que aún no caminaba sola. Reñí al niño y este sonrió con satisfacción.

Reñirle no produjo el resultado que esperaba, lo seguí intentando, finalmente tuve que salir corriendo para proteger a la niña.

Los siguientes días, siempre cuando estaba ocupada y no podía salir, se repetía la escena, pero ahora eran varios los niños que intervenían alternándose o juntos.

Habían aprendido que cuando agredían a esta niña que no se protegía, que se metía el dedito en la boca y lloraba para adentro, les prestaba toda mi atención, y me podían porque me sentía frustrada e impotente por no saber qué estaba haciendo para conseguir el resultado contrario al que buscaba.

Lo que más me impactaba de la situación era por un lado, la actitud pasiva de la niña durante las agrsiones de sus compañeros y por otro, la sonrisa de satisfacción de los pequeños cuando les reñía.

Un día hice algo diferente, ignoré a los niños y interpelé a la niña: ¡No te dejes pegar! !no dejes que te hagan daño! ¡Basta ya! Era una orden, una orden contundente.

Todo en el aula se detuvo, se quedaron quietos y me miraban sorprendidos.
Esta vez los pequeños protagonistas no se reían, miraban muy serios a la niña y noté que se identificaban con ella.

Poco tiempo después estos episodios desaparecieron.

Comprendí que cada vez que 'salvaba' a la niña la estaba reafirmando en su rol de víctima a la vez que suscitaba los celos de sus compañeros y además les compensaba con mi atención.